A Winston siempre le gustaba decir, cuando le preguntaban si tal o cual canción era autobiográfica, que su personalidad estaba formada por varios quesitos de colores, como en las cajitas redondas del Trivial Pursuit. Cada canción hablaba de un quesito en particular, lo cual no quería decir que reflejase toda su forma de ser, sino solamente un aspecto de la misma, en un momento concreto.
Página 140. Morir a los 27. Joseph Gelinek.
Tinta y fuego de Benito Olmo
Hace 2 días
a veces la empatía de esos quesitos trama en confabulación y se saltan las fronteras propias del cargo... vamos y ¡¡te dejan la cabeza como un bombo!!
ResponderEliminarme gusta tu blog, me quedaré un ratito!
Qué cosas...juegas un par de veces con ellos, a algunos ni siquiera llegas a conocerlos, y se toman unas confianzas...
ResponderEliminarPor cierto, puedes quedarte el tiempo que quieras y pasarte siempre que quieras. Un beso, Lola.
Es que tenemos un espíritu lleno de matices, un día somos un color del arco iris y otro día otro, así de complejos somos los seres humanos, nada está dicho, podemos ser imprevisibles, levantarnos y ser una nueva persona si queremos, está en nuestra actitud, si los psicólogos pudieran adivinar todos nuestros movimientos pues que ya no habría espontaneidad ni arte ni sueños ni subjetividad ni pasión. Un abrazo.
ResponderEliminarMario.
La verdad es que la metáfora es muy propia porque nunca llegamos a verlo todo de color blanco o negro, nunca llegamos a ser tan radicales, o a tener el mismo criterio a la hora de comportarnos ante una situación, quiero decir que siempre dependemos de los matices, que nuestra vida está formada de varias parcelitas y que muchas veces dependiendo del momento, de nuestro estado de ánimo...podemos actuar o pensar de una manera u otra según distintos criterios. En definitiva, que no es fácil ser humano ;), nadie dijo que lo fuera, pero ahí está la gracia de serlo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Mario. No vemos por aquí. Un beso, Lola.