martes, 28 de agosto de 2012

MAUS. Art Spiegelman

Es difícil encontrar las palabras cuando se intenta escribir sobre el trato que se daba a los prisioneros judíos en los campos de concentración nazi. Por más que uno imagine, lo más probable es estar lejos de la realidad, detalle que aún me hace tener fe en el ser humano, aunque cada vez es más difícil sólo con ver el telediario, e incluso ocurre que por más que se lea o se conozca, siempre se descubren nuevos episodios, cada cual más espeluznante que el anterior. Ay. No me siento capacitado para reconstruir una realidad que es peor que mis sueños más funestos. - Página 176-. Creo que nunca llegaremos a conocer la magnitud de lo que allí ocurrió.

Me animé a leer esta novela gráfica justo el día antes de irme de vacaciones, cuando sólo quedaban unos minutos para que sonara la campana que me declararía oficialmente libre. Nunca me había llamado la atención esta novela pues presentía que no sería una lectura agradable pero después de ver la película Los falsificadores de Stefan Ruzowitzky sobre la Operación Bernhard, me resultó muy difícil seguir ignorando la recomendación de cierta persona que ya lo había leído y no paraba de recomendármela. Art Spiegelman comienza a interesarse por la vida de su padre como parte de su proyecto más personal y ambicioso. Pero en esta obra, no sólo abarca episodios de las vivencias de sus padres desde que se conocieron en Sosnowiec hasta que fueron perseguidos e internados en varios campos de concentración hasta el final de la Guerra sino que también analiza la relación que mantiene con su padre en ese momento, dos hombres pertenecientes a dos generaciones y casi a dos mundos totalmente distintos, demostrando lo difícil que resulta entender lo que no se ha vivido. Quizá tu padre necesitara tener siempre la razón, demostrar que siempre podría sobrevivir, porque se sentía culpable de haber sobrevivido, -Página 204-. Art no es capaz de comprender y aguantar las manías de su padre, se muestra celoso del hermano fantasma que nunca llegó a conocer, de aquella foto del niño perfecto, que nunca hizo nada malo. Por su parte, Vladek sí que se muestra, en ocasiones, incapaz de dominar su carácter haciendo que sea imposible convivir con él, pero en otras, es en parte conciliador, quizá un poco ante la necesidad de compensar el trato que le procesaba cuando Art sólo era un niño, También nos acerca a lo que supuso para él todo el proceso de desarrollo de la obra. Todo aquello a lo que se vio obligado a plantearse

Cosas que me han resultado curiosas: En cierto momento de la historia el propio Art se plantea la posibilidad de estar ofreciendo una imagen  estereotipada de su padre como el típico judío tacaño y avaro, y sí que es verdad que en ocasiones se muestra demasiado extremo pero se podría entender como la menor de las consecuencias de quien ha tenido que sobrevivir a las mayores penosidades y miserias que desde nuestra posición seamos capaces de imaginar. Vivir el miedo constante y el desconocimiento sobre un futuro incierto. Ser sabedor o no de que tener recursos y contar con un poco de suerte es lo que marca la diferencia entre estar vivo o muerto. La vida siempre elige el lado de la vida, y se culpa a las víctimas. Pero no sobrevivieron los mejores, ni murieron los mejores. ¡Fue el azar! -Página 205-.
Una frase que aún hoy me da qué pensar, De todos modos, las víctimas nunca podrán contar su versión de la historia, así que quizá sea mejor no contar más historias. -Página 205-. Y una viñeta espantosa y que creo que es la que más he contemplado durante toda la lectura, no os creeríais las veces que he vuelto a esa página, la 201, para mirarla pese a lo que muestra.
Y algo más trivial pero que también me intriga, sin duda de una manera distinta a todo lo anterior: la elección de los animales que personifican a todas las partes implicadas en esta obra, ¿responde a algún tipo de lógica o planteamiento?, ¿responde a algún tipo de prejuicio o estereotipo, que seguro se me escapa?, o ¿es azaroso el hecho de que los polacos sean cerdos, los americanos aparezcan como perros o los franceses en forma de ranas?

Una obra de obligada lectura que hace agradecer el hecho de no haber vivido aquel horror qué no sé muy bien cómo pudo haberse permitido pues no fueron hechos aislados sino años de torturas.

Un saludo, Lola.

viernes, 3 de agosto de 2012

(Casi) de vacaciones

Sólo me quedan unas horas para estar, oficialmente, de vacaciones. Ha sido duro pero estoy segura de que merecerá la pena. Creo estar preparada para la desconexión - la física y la mental, necesarias, y la tecnológica, obligada, porque sí aunque sea difícil de creer, todavía hay lugares, no tan recónditos, a los que Internet se resiste a llegar- , además soy consciente de que será vital para mí que disfrute de estas tres semanas de vacaciones pues septiembre será lluvioso.

Aún no he preparado la maleta, tengo algunas dudas porque en el lugar elegido para mi descanso nunca se sabe con certeza el tiempo que hará, pero lo que sí tengo claro son tres cosas que no se me olvidarán, Danza de dragones, El sanador de caballos y El príncipe mecánico -menos mal que no tendré que pagar por sobrecarga...!-, aunque creo que con esto no será suficiente, no?, tendré que meter también algo de ropa. Ya os contaré a la vuelta pero todo apunta a que mi elección ha sido más que acertada pues no he podido evitar la tentación de empezarlos un poquito -sí, los tres-.

Espero que por aquí todo siga igual a mi regreso y que hayáis disfrutado de vuestras particulares vacaciones, seguro que este año nos las hemos ganado más que ningún otro.

Un saludo, Lola.

jueves, 2 de agosto de 2012

LA FRASE DEL DÍA

Diego, casi tumbado sobre el cuello de su yegua, le hablaba con ternura, animándola a explotar el poderío de su raza, la fortaleza que su noble sangre tenía.



Página 31. El sanador de caballos. Gonzalo Giner.

miércoles, 1 de agosto de 2012

LA FRASE DEL DÍA

Sueña con metas altas y volarás como las águilas. Busca al que sea sabio y aprende con él. Usa bien la ambición sin por ello dañar a nadie. No hagas que tengan que recriminarte en tu trabajo, hazlo siempre bien. E intenta ganar cuando te hagan competir. No te dejes avasallar por nadie y aunque hayas nacido en un hogar humilde, no te consideres por ello indigno. [..] Hijo mío, jamás olvides que tuviste un padre que te quiso más que a nada en el mundo, y que un día, orgulloso, te mirará desde el cielo.

Página 17. El sanador de caballos. Gonzalo Giner.


La verdad es que no se me ocurre una mejor filosofía de vida.