viernes, 30 de noviembre de 2012

Hermanas. Josefina Aldecoa (dentro de Premios Libros y Literatura 2012)

Hace tiempo que deseaba hacer esto, para ser exactos algo más de dos años y medio. Claro que si lo que quisiera es ser exacta, sabría la fecha concreta en la que leí esta novela por primera vez. Pero bueno, son pequeños detalles sin importancia. Lo que realmente importa es que hace años que esta novela me cautivó y siempre me ha pesado no haber podido hacer una reseña sobre ella, más si cabe cuando a los pocos meses comencé con este blog, pero entonces me pareció que su tiempo ya había pasado. Es por eso por lo que he elegido esta novela y su reseña para participar en el concurso Premios Libros y Literatura 2012, aprovechando la oportunidad que me dan desde Libros y Literaturahttp://www.librosyliteratura.es - y usándola como excusa para sacarme esta espinita con la que ya estaba acostumbrada a vivir pero que aún, de vez en cuando, seguía doliendo o si preferís que no sea tan melodramática, sí molestando.

Clara de Arzaga y William Tyler son el matrimonio perfecto. Jóvenes, guapos, con un futuro prometedor y pertenecientes a la clase más alta de la sociedad cantábrica. Su vida pasa entre recepciones y fiestas de etiqueta, sin tener apenas tiempo que dedicarle a sus dos hijas a las que sí someten a una estricta disciplina. Isabel y Ana son las Hermanas de esta novela. Isabel es esbelta, morena, franca, directa y rebelde, con ansias de libertad y con una fuerte necesidad de aventurarse más allá de los muros de su jardín o la bahía. Ana es rubia, bien proporcionada y de piel clara. Su belleza es evidente a la par que abrumadora. Es ingenua, espontánea, pasiva y complaciente. Ambas crecen sin figuras paternas pero bajo una fuerte vigilancia y unos horarios muy marcados, circunstancia que no les importa demasiado pues se tienen la una a la otra. Pero con el tiempo, sus diferencias se hacen más evidentes y no sólo en lo que respecta al físico. Tienen una idea sobre su futuro muy diferente.
Ignacio de Arzaga, su primo y unos años mayor que ellas, ahora es diplomático en un pequeño país africano, pero pronto las circunstancias le convertirán en el único hombre de la familia y se sentirá en la obligación de hacerse cargo de las dos hermanas.
Así, las vidas de los tres jóvenes se van entrelazando gracias a una serie de encuentros y desencuentros que les llevarán a un final sorprendente y emocionante. No quiero desvelar mucho más y por eso, he decidido que la mejor opción es incluir esta reflexión de uno de los personajes puesto que refleja perfectamente y en pocas palabras el sentir constante de la novela.

La entendió. No se lo dijo, pero comprendió perfectamente que llevaba sobre sus hombros el peso de una responsabilidad tremenda: la de ver con claridad el error que estaban a punto de cometer otros y el dolor de tener que decírselo pese a que con ello podría causarles un daño terrible. Página 94 de la novela.

Si lo que Josefina Aldecoa buscaba era una novela romántica, lo consigue sin ninguna duda. Para ello utiliza un lenguaje elegante y lleno de significados, muy elocuente y consecuente respecto de la época en la que  sitúa la historia de esta familia - la España de los años 50 y 60- y de la que aprovecha todos los recursos que ésta le ofrece. Y aunque es verdad que se sirve de un esquema de sobra conocido que encaja a la perfección con el contexto de esta novela: familia adinerada, dos hermanas sorprendentemente atractivas y llamativamente diferentes, una más admirada que la otra, la otra menos comprendida que la una, con distintas inquietudes, ambiciones y metas en la vida, una relación en la que se entremezclan la envidia, los celos, el amor y la amistad, este hecho no le resta ni un ápice de encanto a la historia.

Pero para ser sincera, creo que es verdad eso que dicen de las segundas lecturas, que siempre se hacen de una manera distinta a como se hicieron la primera vez, tanto como es verdad lo de que con el paso de los años se tiende a la idealización, igual que ocurre con las personas, los sentimientos o los recuerdos. Algo que me parece bien que ocurra pese a lo injusto y frustrante que resulta una vez descubierto el hecho en sí, pero que no sé si quiero volver a experimentar. Quizá prefiera quedarme con un recuerdo agradable antes que con una verdad que no se ajusta a lo que siento. Así será en este caso. Me ha gustado mucho la experiencia de releer esta historia casi olvidada, de volver a vivir cada uno de sus giros descubriéndome nuevamente sorprendida y de acercarme una vez más a cada uno de sus personajes, aunque ahora entienda de manera distinta sus personalidades y sus actos. Por encima de todo, me quedo con la idea de que es una muy buena historia, narrada con mucho gusto y eso, independientemente de lo que yo sienta con esta relectura, que para nada es negativo si no diferente, es un hecho y como tal, me veo en la obligación de recomendar esta novela. Creo o estoy convencida, de que siempre la recordaré con gran cariño y la recomendaré cuantas veces me dejen.

Un saludo, Lola.




miércoles, 21 de noviembre de 2012

LA FRASE DEL DÍA

Obtuve todos los premios posibles del Departamento de Zoología. Y si no obtuve ninguno del Departamento de Religión, es sencillamente porque no existen premios para estudiantes en este departamento (ya se sabe, las recompensas de estudiar religión no están en manos de los mortales).



Página 19. Vida de Pi. Yann Martel.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Cinco días de octubre. Jordi Sierra i Fabra

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No hay nada peor que querer algo y descubrirlo disponible. Llegó así, sin más, a mis manos. Una tarde, siete días atrás. Así que no podía hacer otra cosa si no leerlo. Y justo ayer lo terminé. Me siento bien habiendo acabado con algo que creía pendiente - ya sabéis, el sentimiento de haber acabado con una historia, con una trilogía, que, ahora que lo pienso, no sé si será trilogía - pero me pueden las ganas de saber más. Me apetece mucho leer otras historias sobre la vida de Miquel Mascarell, claro que el hombre, a sus 65 años, ya no es que esté para muchos trotes.
La verdad es que me ha encantado conocerle.

Con un otoño que se resiste a llegar, la estabilidad parece haberse instalado en la vida de Miquel hasta la mañana del 11 de octubre de 1948 en la que recibe una extraña visita. Benigno Sáez de Heredia, un hombre siniestro, poderoso y afín al Régimen, hace un encargo a Miquel que no podrá rechazar, no por simpatía hacía el hombre, por lo interesante del caso o lo suculento de la recompensa, si no porque comprende que ciertamente su vida y la de Patro correrán peligro si no accede a su petición. El último deseo de su hermana recientemente fallecida. Miquel Mascarell deberá encontrar una tumba. El lugar en que Bernat Juncosa, un rojo de la CNT, enterró a Pau Cabestany Sáez, el sobrino de Benigno, el 19 de julio de 1936, después de asesinarle. En definitiva, el resultado de un crimen acaecido en unas horas en las que media España asesinaba a la otra media. -Página 56-.

La acción de Cinco días de octubre se sitúa más o menos un año después de Siete días de julio. España vive sumida en el silencio, la desolación, el conformismo y la desconfianza como únicas formas de hacer frente al Régimen instalado en el país tras la Guerra Civil. Y un sentimiento de impotencia comienza a extenderse ante ante la duda de no saber qué pasará cuando los pocos que aún siguen luchando dejen de hacerlo por la falta de apoyo. Cuando familias enteras tienen que luchar -como una obligación impuesta- por sobrevivir parece que no hay cabida para pensar en otras batallas. Después de una guerra, la gente está tan desesperada por vivir en paz -si es que a vivir bajo una dictadura se le puede llamar vivir en paz- que resulta increíble el precio que están dispuestos a pagar por el simple hecho de que les dejen tranquilos. Pero aún quedan algunos dispuestos a hacer lo que sea necesario para recuperar la libertad que les arrebataron. Para ellos siempre merecerá la pena.También es la historia de la generación perdida, de los miles de jóvenes que no regresaron o lo hicieron pero marcados para el resto de sus días.

Con todo, qué más puedo añadir en esta reseña que no haya dicho ya antes. Un estilo impecable para tres novelas impecables donde Sierra i Fabra vuelve a sorprender con el original transcurrir de la trama.

Sólo una reflexión en forma de conversación, en la página 176 de la novela, y que creo que hoy en día todavía tiene vigencia,

 -¿Es que nunca acabará esta maldita guerra? - la mujer se llevó una mano a la boca.
-Puede que no, señora - fue sincero - Nunca acabará mientras queden cadáveres, de uno y otro lado, enterrados en zanjas, cunetas y campos de toda España.

Un saludo, Lola