viernes, 22 de febrero de 2013

El hipnotista. Lars Kepler

Yo, en realidad, la novela que quería leer era La vidente pero claro, luego me enteré de que había otras dos anteriores de Lars Kepler que compartían protagonista y bueno, pues decidí empezar por la primera, El hipnotista, no fuese a ser que me perdiera algo.

Esta novela comienza con el descubrimiento del brutal asesinato de la familia Ek, una auténtica carnicería que deja en shock incluso a los policías que acuden a la casa. Tras la llegada de las ambulancias al lugar, se descubre que el hijo de quince años, Josef, ha conseguido sobrevivir a sus terribles heridas y es trasladado al hospital Karolinska de la ciudad se Solna. Al parecer, el asesino pretendía acabar con toda la familia y probablemente no sepa que Josef sigue vivo. Ahora lo más seguro es que vaya detrás de Evelyn, la hermana mayor, que se mudó tras empezar la universidad y que, desde entonces, no vive en la casa familiar. El único testigo es Josef pero en su estado no es seguro interrogarlo. Sólo hay una forma de poder conseguir algún dato sobre el suceso que permita salvar la vida de Evelyn y es recurrir a la técnica del hipnotismo, pese a las dudas entorno lo poco convencional del proceso y de sus resultados. La doctora responsable del joven, recomienda a Joona Linna ponerse en contacto con un antiguo compañero que aún sigue colaborando con el hospital, Erik Maria Bark. Pese a que lleva muchos años sin practicar el hipnotismo, fiel a una promesa que hizo hace diez años, Erik termina accediendo con la excusa de salvar una vida pero con la real motivación de volver a experimentar lo que se siente al hipnotizar a otra persona. Esa sesión es la que desencadena todos los acontecimientos posteriores.
De forma paralela a esta historia, se desarrolla otra que traerá de nuevo al presente los fantasmas del pasado de Erik y su familia.

El comisario Joona Linna me resulta tan enigmático ahora como antes de empezar la novela. Aparece como un hombre bien considerado entre sus compañeros de la Policía Judicial, intuitivo, trabajador y terco, que mantiene una curiosa relación con Anja, una de sus compañeras de oficina. En cambio, de su vida personal poco es lo que se nos cuenta, salvo que es finlandés, que cuida de su madre y que, de vez en cuando, se ve con una mujer llamada Disa pero con la que pesan más los desencuentros, a los que parecen estar acostumbrados. Para mi gusto personal, Joona pasa bastante desapercibido a lo largo de toda la novela, de hecho, en demasiadas ocasiones parece poco más que un secundario. Y, en cuanto a la trama, pues entretenida. Tiene un par de giros interesantes y describe a una sociedad bastante perturbada, con algunos episodios de acoso físico y psicológico, maltratos que cuesta imaginar y abusos entre críos, pero visto con detenimiento, todos los acontecimientos se desarrollan de manera lógica, natural y un tanto predecible. Otro detalle que no es que me moleste especialmente pero al que cuesta adaptarse, es el uso del recurso que consiste en volver al mismo punto temporal, por lo general en otro capítulo, para describir lo que hacen unos personajes mientras otros hacían otra cosa, en ese mismo momento pero en otro lugar, y establecer conexiones como conversaciones o llamadas telefónicas para enlazar esos hechos paralelos. Es complicado volver a centrarse en un tiempo concreto cuando han pasado varios capítulos desde que leíste sobre ello. Pese a todo, no deja de ser una lectura agradable, aunque quizá este adjetivo resulte paradójico cuando una se refiere a novela negra.

Un saludo, Lola.

P.D: no era yo muy aficionada a la novela negra pero, de un tiempo a esta parte, como que le estoy cogiendo en gustillo.