jueves, 5 de junio de 2014

El año que pasé con Bevilaqua y Chamorro. LA ESTRATEGIA DEL AGUA

Vila comienza esta novela de mala leche y más desencantado con la sociedad de lo que es habitual en él porque a un juez se le ha ocurrido la idea de soltar a un tipo al que le costó mucho meter entre rejas. Incluso ha pensado en abandonar la empresa para la que trabaja. Así se entiende que no esté de humor para afrontar un nuevo caso que, a priori, no le atrae nada, la ejecución de un hombre en el ascensor de su propio edificio. La víctima es Óscar Santacruz y aunque al principio todo apunta a que los dos tiros se los había ganado por jugar dónde y con quién no debía, pronto se descubre que la realidad bien podía ser otra después de mantener sendas conversaciones con la hermana y la novia del fallecido. Aunque en un principio Vila manifiesta cierta cautela a la hora de considerar las declaraciones de ambas mujeres por la subjetividad que llevan implícitas, poco a poco, va descubriendo los hilos de una red en la que los celos, la soberbia y la traición, en un marco legal y judicial del que es posible cuestionarse su adaptabilidad a situaciones reales, se muestran como las motivaciones más bajas que llevan a un ser humano a creerse en posición de amenazar, perseguir y arrebatarle la vida a otro. Para este caso, además de con su ya inseparable Virgi, contará con la colaboración del guardia Juan Arnau, la nueva incorporación que será además objeto de las burlas de Vila, y con la cabo Salgado, a la que ya conocíamos de anteriores entregas pero que se nos muestra ahora como una auténtica revelación dentro de sus limitaciones, claro.

Parece que cada vez aguanto mejor, o me molestan menos, las reflexiones filosóficas de Vila, también es cierto que se ven agradablemente recompensadas con algunos de sus comentarios, diálogos y actuaciones. Una pena que esto esté llegando a su fin, por el momento y hasta que Silva quiera. Por otro lado, se agradece la incorporación de sangre fresca, creo que ya iba llegando la hora de las novedades. Ahora esto es un trío como dios manda. Además reconozco el carácter cada vez más humano de los personajes, que aciertan y se equivocan como el resto de los mortales, nótense a este efecto ciertos detalles entre Chamorro y Salgado. Supongo que siempre estaremos, por las razones que sean, atados al lastre de los prejuicios. Quizá estemos ante una de las consecuencias de nuestra condición de seres pensantes, dotados de raciocinio, que tienden a vivir en sociedad y a relacionarse con seres semejantes. En fin, supongo que habrá que aprender a vivir con ello porque no nos engañemos, nadie está libre de sucumbir a ellos. Además, creo que es un arma de doble filo pues nos sentimos enormemente satisfechos cuando acertamos con ese primer juicio, incluso nos enorgullecemos de nuestra intuición, pero inmensamente humillados en caso contrario por la injusticia que llegamos a cometer. Vaya creo se me está pegando esta fea manía de la reflexión gratuita.

En cuanto a la temática, creo que con esta historia Lorenzo Silva es especialmente duro respecto de las leyes que regulan la custodia de los hijos en los casos de divorcio, y expone la injusticia a la que se ve sometido el género masculino frente al femenino, cuando bien es verdad que la capacidad o incapacidad para hacerse cargo de los hijos no es cuestión de género si no de personalidad y es algo que consigue gracias a la identificación, aunque parcial, de Vila con la víctima. Ambos divorciados y obligados a ejercer la paternidad una vez cada dos fines de semana y quince días en vacaciones, claro que uno con más suerte que el otro. Además, en este caso, aprovecha para hacer extensible esta denuncia a las leyes relacionadas con la violencia de género. Unas medidas justas y necesarias siempre que se persiga a quienes traten de beneficiarse de estas leyes haciendo un mal uso de las mismas, y siempre que quienes están encargados de aplicarlas y hacerlas cumplir, cuenten con los medios y los recursos necesarios para tal efecto.

Respecto a esta novela, he de decir que es una de las que más me han gustado de la serie. A pesar de que su planteamiento es sencillo, resulta una historia con un desarrollo lógico, coherente e interesante - aunque hay un fleco que a mí se me queda suelto, pero también puede ser que sospechara sin razón -. Lo que apunta que el éxito no está en la complejidad, sino en el buen hacer. Pero desde ya puedo decir que esta no será mi favorita pues he leído la trasera de La marca del meridiano, y sólo con eso ya promete.

La estrategia del agua es la capacidad de adaptarse a las particularidades del terreno, a las vicisitudes que se nos muestran en el día a día, en la lucha que cada uno afronta como mejor puede y sabe, pero siempre con valor y resistencia, siempre con constancia y persistencia, sin dejarse vencer o doblegar. Así, de una u otra manera, el alma perdura. Más allá de que esta idea surge como planteamiento de una estrategia bélica, creo que no hay guerra más encarnizada que las batallas del día a día. Como filosofía de vida no está nada mal. Con esto me quedo...

Un saludo, Lola.

P.D: Justo después de escribir esto me entero de que Lorenzo Silva acaba de publicar otra novela para Vila y Chamorro, Los cuerpos extraños. La cosa tiene delito!