lunes, 22 de septiembre de 2014

La saga de los longevos. Eva García Sáenz

Adriana Alameda es una joven arqueóloga que vuelve a Santander, su ciudad natal, para incorporarse al Museo de Arqueología de Cantabría (MAC), próximo a Costa Quebrada, y con el firme objetivo de investigar los motivos que llevaron a su madre a suicidarse. Héctor, Iago y Jairo Del Castillo, más conocidos entre sus trabajadores como la Santísima Trinidad, llevan poco tiempo al frente del MAC pero necesitan contratar a una persona responsable de su Área de Prehistoria con la vocación, la experiencia y los contactos de Adriana. Para ella es el trabajo ideal y no quiere cagarla ya que supone una oportunidad para volver a sus raíces y reconciliarse con su pasado, aunque pronto se verá envuelta en un extraño triángulo amoroso lleno de odios ancestrales, celos, intrigas y secretos familiares, que cambiará su visión de la vida para siempre. Adriana nunca pensó estar tan cerca de la Historia como lo estará a partir de ahora.
La Vieja Familia está compuesta por Lur, el primero de los hombres, y sus hijos Urko, Nagorno y la pequeña Lyra, los tres de madres y épocas diferentes, los tres cargando a sus espaldas con el peso de los años, los tres tan distintos que cada cierto tiempo sienten la necesidad de vivir sus vidas por separado para después volver a reunirse. Otros quedaron atrás y esa pena es la que les ha llevado a tratar de identificar, ayudados por los avances tecnológicos del siglo XXI, el gen que les hace vivir más tiempo que al resto de los seres humanos. Esa naturaleza es la base de su secreto. Un secreto que, junto con sus identidades, nunca deberá ser desvelado.

La Saga de los Longevos. Una novela que me llamó la atención hace varios años por su curioso argumento y a la que por fin he logrado encontrar un hueco. Definitivamente, es una historia que no deja de tener su encanto por lo extraño de sus personajes y el contexto que implican las distintas ubicaciones elegidas por su autora. Además, García Sáenz sabe mantener el ritmo a lo largo de toda la trama a través de las intrigas y secretos que guarda esta singular familia. Es una pena que el pensamiento científico tenga que imponerse por esa estúpida manía de tener que explicarlo y probarlo todo. Al menos, podrían dejarnos una parcelita, aunque sea pequeña, de la literatura. De cualquier forma, esta novela no se libra de un par de peros, que a mí no me molestan pero que haberlos, hay los.

Creo que García Sáenz ha desaprovechado un par de bazas bastante buenas. Dejando a un lado la parte científica, que para mí está escrita en chino, pero del mandarino, en ésta y en cualquier otra novela,  sí que creo que en este caso está bien resuelta porque la autora no se ha complicado y ha llegado a una explicación lógica que ciertamente podría tener su fundamento.

En cuanto a la parte histórica, cuyo rigor no puedo valorar porque carezco de los conocimientos necesarios para ello, sí también para esto soy una negada, me da la impresión de que podría haber aprovechado más la oportunidad que le brindaban personajes que han vivido de primera mano la Historia. Podría haber hecho un repaso, más o menos general, de determinadas épocas históricas, podría haber incluido alguno de los acontecimientos más relevantes. En realidad, sólo hace referencia a costumbres y hábitos de la vida diaria, algunos rituales, incluso lanza ciertas interpretaciones que a mí, como lectora, pues he de reconocer que me han gustado porque no dejan de crear cierta complicidad entre el lector, el autor y los personajes. Claro que igual no estaba entre sus objetivos el de escribir una novela histórica. Algo que resulta curioso es cómo los personajes deben mostrar especial cuidado para no desvelar aspectos de la vida cotidiana de otras épocas que ellos conocen de primera mano, pero que aún no se han descubierto o son interpretadas de otra manera por la comunidad científica. Sobre todo en aquellas épocas más antiguas de las que existen escasos testimonios y se basan en especulaciones que son más o menos aceptadas por el resto de historiadores.

Algo que realmente me hubiera gustado, porque al final no deja de ser una novela romántica, es que la autora hubiese incluido algún encuentro más entre los dos protagonistas principales las anteriores veces que Iago vivió en Santander, creo recordar que sólo hay una coincidencia y tan vaga que la niña a la que se hace referencia podría haber sido cualquier otra. Por lo demás, es una novela de amorío bastante fácil y obvia, en algún punto incluso demasiado pastelosa, aunque el mundo de los museos, la arqueología, los misterios ocultos de una historia que jamás conoceremos y la perspectiva de que existan seres humanos vagando por la tierra que conocen la respuesta a tantas preguntas y que han sido testigos de lo mejor y de lo peor, pues le aportan un punto bastante especial. Además me gusta que la autora haga referencia a lugares, monumentos, piezas arqueológicas y enclaves reales, como una forma de anclar la novela a la realidad, hacerla más cercana en contraposición, o como complemento, respecto de la parte fantástica en la que se basa la historia. También es cierto que Eva García Sáenz desarrolla teorías bastante interesantes.

Por un lado, habla de la posible incapacidad de una sociedad normal de mantener a un número elevado de personas cuya naturaleza les permita vivir más de lo normal, no sólo desde el punto de vista económico, aunque supongo que en ese caso lo normal sería cambiar las normas del juego, si no también desde una punto de vista social, cultural y político, qué sociedad sería capaz de soportar el mandato de un dictador que, en condiciones naturales, podría vivir miles de años, generaciones y generaciones que no conozcan otra forma de vida. Aunque creo que eso ya pasa, no?

Por otro lado, se centra mucho en la idea de desmitificar el concepto de inmortalidad o el de eterna juventud. Puede que sean muchos los momentos felices que estas personas hayan vivido a lo largo de su extensa vida, pero al final lo que queda es la pena y el sufrimiento de ir perdiendo a los seres queridos, de no poder desvelar su verdadera naturaleza por miedo al rechazo o la incomprensión, en un mundo que teme lo diferente, de haber tenido que hacer cosas con las que quizá no estaban muy de acuerdo para sobrevivir. Supongo que llega un día en el que te ves obligado a hacer balance.

Y por otro, la autora termina por imponer la supremacía del pensamiento científico y objetivo, y habla de esos seres mitológico que en realidad eran fruto de mutaciones que en tiempos pasados eran incomprensibles e inexplicables, pero que sólo se podían entender recurriendo a la magia y la fantasía, y que se transmitieron de esa manera hasta nuestros días.

En esta novela juega un papel muy importante toda la zona de la costa cántabra, pero en especial el monte de El Castillo y su cueva. De entre todas las referencias que se hacen a hallazgos arqueológicos y a partes de esta cueva, me quedo sin duda con este lugar, por el significado que se le da en la novela, no sé si el mismo que tuviera en la Prehistoria.

La cueva de El Castillo, El Monte de El Castillo, Cantabria


No sé por qué pero cuando me decidí por esta novela tenía entendido y asumido que era una historia completa, cerrada, que no formaba ni formaría parte de ninguna saga. Pese a titularse La saga de los longevos y tenerlo frente a mis narices todo este tiempo. Venga, pero si dice saga, por el amor de Dios. El final de la novela es bastante explícito en este sentido y a pesar de eso durante unos minutos seguí pensando que quizá era una gracia de la autora. Tampoco es que te deje la historia a medias, es sólo que introduce nuevos elementos, así que...por qué no? Por una vez una novela que no se termina comiendo perdices. Pero claro, luego una se pone a buscar la portada de la novela para incluirla en esta reseña y aquí está el resultado: La saga de los longevos II, prometiendo con este título que habrá más, supongo, aunque con la suerte que me gasto últimamente en mis suposiciones...igual no.
Deseando conocer nuevas y mejores aventuras de los Longevos...

Un saludo, Lola.

jueves, 11 de septiembre de 2014

El país del miedo. Isaac Rosa

La historia de la familia de Carlos es sencilla. Todo comienza el día que Rosa, su mujer, descubre que le falta dinero en la cartera. El primer impulso es pensar en un simple descuido o incluso una posible pérdida. Los días sucesivos tratará de poner más atención o ser más cuidadosa, pero el dinero le sigue faltado, billetes de pequeño valor que podrían pasar desapercibidos. Después unos pendientes que echa en falta, y si se fija bien, alguna película o cd de música. Tras un par de noches sin dormir, llega a la conclusión de que sólo puede ser la empleada marroquí que limpia su casa un par de horas a la semana, quizá su situación económica le lleve a cometer pequeños hurtos en las casas en las que trabaja. No piensa en denunciarla pero sí la despide, pese a que la muchacha niega en varias ocasiones las acusaciones y suplica a Sara que la readmita porque también la despidieron en las otras casa del mismo portal al saberse la noticia. Una simple casualidad les lleva a descubrir que es su hijo el que está detrás de las desapariciones y que es un compañero de instituto quién le obliga a llevarlas a cabo. Además descubren que Pablo ha sido agredido, parece que en varias ocasiones, por este mismo chico. Mientras Sara piensa en denunciarlo a la policía y cambiar a Pablo de instituto, Carlos cree que sería mejor tratar de resolver el conflicto mediante otras vías más encaminadas al diálogo y la comprensión, a fin de cuentas sólo son niños. Pero la vida no es sencilla y la cosa comienza a complicarse ante la falta de determinación de Carlos, los miedos comienzan a aflorar y con ellos la mentira que deberá mantener en complicidad con Pablo, por el bien de la familia.

Carlos se define como un hombre pacífico, que no se ve capacitado para hacer frente a los conflictos directos, pues para él siempre implican violencia, su mayor temor. Es una persona poco decidida, que no sabe mantenerse firme ante las posibles amenazas. Una persona con prejuicios que basa su vida en miedos, algunos inventados, en los que la imaginación, la lógica y el racionalismo juegan un papel muy importante. Cuesta imaginarse cómo alguien así puede reunir cada día el valor suficiente como para salir de su casa. Con todo esto, su personaje es bastante consecuente y su comportamiento será siempre previsible. En la vida de Sara también están muy presentes ciertos prejuicios, aún así se muestra más libre respecto del miedo, menos temerosa y quizá menos precavida frente a una posible agresión, pero es decidida y sabe lo que hay que hacer frente a determinadas situaciones. Ambos forman un matrimonio sin confianza ni comunicación, con miedo al juicio (que al final se convierte en una forma de autojuicio), a lo que pueda pensar el otro de determinados comportamientos, formas de pensar o quebraderos de cabeza existenciales y que, inevitablemente, acabará basándose en una mentira muy gorda, de esas que se mantienen por inercia y costumbre. La manera de actuar respecto al problema de Pablo es complicada, porque implica una decisión y unas consecuencias difíciles de aventurar, pero en fin...la cuestión es verse ante esa tesitura, son muchos los factores que pueden intervenir y siempre se trataría de hacer lo que uno considera que es lo correcto.
El final es bastante desconcertante porque a pesar de la violencia pagada con más violencia, la vida sigue y todo se supera. Puede rememorarse, aparecerse en sueños, pero el tiempo tiene la capacidad de relegar determinadas vivencias. ¿Es eso lo que pretende enseñarnos Isaac Rosa con esta novela? Tenéis que leer a Herman Koch ese sí que es un maestro del despiste moral.

Puede que el formato de esta historia se parezca más a una especie de ensayo novelado, si es que algo así existe, ya que pese a que nos encontramos con un conflicto real de fondo, es sólo el vehículo empleado por el autor para hacer un análisis de los miedos que podría plantearse cualquier ser humano contemporáneo, porque los miedos de otras épocas se suponen superados. Miedos sociales, antropológicos, históricos y culturales, incluso económicos. Unos miedos más justificados que otros, situaciones con más base para ser temidas que otras, otras más inverosímiles o exageradas cuando la imaginación entra en juego, pero al final, durante los días posteriores a la lectura de esta novela, los miedos del protagonistas se hacen propios, y durante esos días, el mundo se mira con otros ojos. Cada rostro, cada lugar, cada movimiento es analizado con cierto recelo. Tranquilos, se pasa.

En ese análisis, el autor tiene muy presentes el papel que juegan, en el imaginario de cualquier persona, los medios de comunicación, el cine y la literatura, así como las implicaciones de la mente en el desarrollo y creación de nuevos miedos. Según esto, es posible temer más un dolor previsible, pensado o imaginado, que un dolor real y físico. Se puede temer más al personaje estereotipado que al real, igual que el miedo pensado y psicológico puede intimidar más que el real. Eso de que la realidad supera la ficción no sería tan literal, creo que en ese sentido no somos conscientes del poder que ejerce la mente sobre el cuerpo. Claro que en algunos casos, Isaac Rosa juega con la exageración, pero es que a veces esa es la única forma de llamar la atención respecto de algo. ¿Quién no ha pensado alguna vez en la posibilidad de que le asalten la casa, incluso estando dentro, mientras uno duerme? son cosas que pasan, que de hecho han pasado, todos vemos la tele o leemos el periódico, pero yo no me voy a la cama todos los días pensando que algo así podría ocurrirme esa misma noche, ni siquiera si me despierto en mitad de la noche por haber escuchado un ruido. Igual que tampoco me planteo cual sería la mejor forma de actuar para evitarme la paliza de los ladrones. Resulta evidente la capacidad del autor para materializar y mostrar a través de la palabra, miedos que quizá uno no sienta porque nunca a pensado en ellos, nunca ha sido capaz de traspasar esa línea.

En algún sitio han comparado esta novela con las de Cormac McCarthy, yo sólo he leído La carretera y me pareció mucho más sugerente, evocadora y a la vez más cruda, fatalista y desoladora que El país del miedo. Ni siquiera creo que el estilo de ambos guarde alguna relación.

Para ser sinceros, y a estas alturas no tengo nada que perder en este sentido, sólo me animé a leer esta novela porque me enteré de que preparaban la película y el protagonista era interpretado por uno de mis actores favoritos, José Luis García Pérez. Ahora me parece una lectura interesante y recomendable que podría haber leído antes.

Esta es la portada del libro que yo he leído pero preferí poner la otra porque creo que ilustra mejor la filosofía de la novela, es mucho más ilustrativa. En el contexto que dibuja el autor, la única forma de sobrevivir es el aislamiento, la ceguera.

Un saludo, Lola.

Los horrores son soportables mientras se trate sólo de sufrirlos, pero matan cuando se reflexiona sobre ellos. Erich Marie Remarque.